Sin ser consciente de lo que estaba a punto de vivir, el pasado sábado 8 de mayo me presenté con mi familia al Circuito de Catalunya de Montmeló para presenciar el Gran Premio de Fórmula Uno. El sol brillaba alto en el cielo, desafiador del mal tiempo pronosticado, y en nuestra tribuna, un grupo de Guadalajara equipado con un megáfono se encargó de animar el ambiente. Con mucho éxito, por cierto.
Entre un océano de camisetas, gorras y banderas rojas, Ferrari estaba presente hasta debajo de las piedras. Sin embargo, en mi pecho palpitaba el nombre de cierto alemán. Olé Michael Schumacher. Blanco Mercedes. Y en mi cabeza —mentalmente—, plateado McLaren con Lewis Hamilton.
Recuerdo el primer coche en salir, la tensión en el ambiente. Los aplausos. Las cámaras disparar, histéricas. La irrealidad de tenerlos allí. De verdad.
Domingo. De nuevo en Montmeló. Con la espalda quemada del día anterior y la cámara colgando nuevamente de mi cuello. Los Bingueros de Guadalajara ya estaban armando follón en la Tribuna B. Qué suerte tenerlos allí para animar el rato. Pero empieza la carrera, los coches se preparan y en la tribuna ya no hay cabida para el follón; la competitividad se abre paso con grandes zancadas.
Michael quinto. ¡Y qué lucha con Button! Vettel que pierde su tercer puesto a favor de Fernando Alonso. Algunas exclamaciones de satisfacción entre el público. A mí me queda la satisfacción de ver que tiene por delante a Hamilton… demasiado lejos. Casi puedo imaginar mi media sonrisa, victoriosa. Saboreé una ligera satisfacción, la rocé con los dedos y me la arrebataron cuando pasó eso. Hamilton pinchó a falta de dos vueltas. Adiós. Ante los saltos de alegría de 98.000 alonsistas, me desvanecí igual que la rueda del inglés.
La alegría de los alonsistas me enfureció. Muchísimo. Les habría insultado a todos y cada uno de ellos. A los más de 98.000 que había. Pero claro, eso era imposible y tuve que buscar un objetivo substituto: Alonso. Su tan preciado piloto. Pateé con rabia lo primero que encontré y lancé afiladas maldiciones contra el monoplaza del asturiano, deseando que alguna de ellas pinchara una de sus ruedas. Lógicamente —y muy a mi pesar— no tengo esas habilidades mentales y Fernando Alonso cruzó la meta en segundo lugar mientras era vitoreado por sus seguidores.
Lo reconozco, y puede parecer una tontería, pero me chafó el día. Abandoné mi tan preciada tribuna B cabreada, conteniendo las lágrimas y los innumerables insultos y reproches que luchaban por burlarse de mi autocontrol. Maldecí aquella gente con la que había compartido un fin de semana y me prometí celebrar y regodearme de ellos cuando Hamilton se haga con un podio. Porque lo hará; y yo estaré con él allí arriba, mirando por encima a todos aquellos que lo insultaron. Para chula, yo.
Sin saber realmente el motivo de mi enfado, la frustración por la derrota se mezcló con la pena al saber que la experiencia había acabado demasiado rápido.
El remolino de emociones y el calor aplastante hicieron que el cansancio se me viniera encima al llegar al coche. No recuerdo el camino de vuelta, ni si estuvimos mucho tiempo parados en las retenciones, solo sé que en mis sueños se oía el rugir lejano de los motores.
Aún no ha pasado una semana, pero queda tan lejos… Su recuerdo ha adquirido la presencia de un sueño. Un sueño del que no querría despertar; que me gustaría retener en un atrapasueños y regresar a él con solo cerrar los ojos.
EDIT sabado 15 de Mayo: ¡JA! Ahí tenéis mi venganza. Alonso ha besado el muro y mañana saldrá último. Sí, ya me siento mejor. Gracias. :)
Esto bien podría haber sido sacado de un libro. Lo digo en serio. Si sigues así, pronto veremos algún libro tuyo en las librerías. Obviamente te exijo que me lo firmes. A mí la prime ajajaj
ResponderEliminarEn fin, sobre lo de F1 pos va a ser que yo no soy muy fan. Mi padre lo suele ver y de vez en cuando me comenta algo, pero no sé nada, realmente. Aunque me encanta ver tu euforia y entusiasmo al hablar sobre ello. Se nota que te apasiona. Pero ten cuidado y que no te muelan a palos los alonsistas XP
Ya te lo dije; me encanta esa fotografía tuya con el papelito de la F1. Cada vez me pareces más adorable >///< ¡Tengo muchas ganas de verte!
En fin, he aquí mi comentario. Lo sé y lo siento, he tardado mucho en comentarte y no veas lo mal que me sabe, pero entre unas y otras... El caso es que como hoy te he comentado a una hora decente, te dejo este 'pequeño' comment para que al menos sepas que no me olvido de ti =)
Moitos bicos, miña catalana preferida ^^
Unha aperta!
¡Tar-chii! ¡Tú sí que eres adorable, recórcholis! >/////<
ResponderEliminarTranquila, sé que la vida del estudiante es un truñaco muy grande y que no deja demasiado tiempo libre. I know. Así que me alegra muchísimo ver que te pasas por aquí cuando puedes. ¡Si hasta me comentas! Así que muchísimas gracias.
Sobre la F1, la verdad es que yo al principio la odiaba. No entendía por qué le gustaba a la gente. Pero empecé a ver carreras, a conocer a los pilotos... y aquí estoy. XD ¡Cómo cambian las cosas!
En fines Tar-chis, lo que ya te he dicho, que muchísimas gracias por pasarte por aquí siempre que puedes. Te lo agradezco muchísimo.
¡A ver si hablamos prontito por msn! :)
¡OMG! Pero qué dices, al F1? xD Yo me entretengo en verlo de vez en cuando (pues sí, por qué no? ^^) y me lo paso bien comentando la carrera.
ResponderEliminarVaya, Alonso tampoco es santo de mi devoción :(
Uauuuuuu ¡qué flipada de crónica! *en el buen sentido, no que te hayas flipado xD*
ResponderEliminarA mi, más que nada me deprime el saber que Alonso está en la escudería de Ferrari, ohh Schumi, todo era tan hermoso contigo de rojo *____*
¡¡Un gran saludo!!